Es originario de un lugar donde la mayor aspiración es poder terminar la escuela y empezar a trabajar en el campo para vivir el día a día. Un hombre de tierra adentro que logró convertirse en uno de los mejores abogados de San Pedro Sula y precandidato a la alcaldía de su municipio de origen.
Se trata de Ludwin Lisandro Ochoa Manzano, quien es originario de San Francisco de los Valles, una aldea del municipio de San Marcos, en el departamento de Santa Bárbara, donde hasta hace algún tiempo la mayoría de niños dejaban sus estudios para trabajar a temprana edad.
Lisandro Ochoa creció en un hogar sin padre, pero eso no fue impedimento para que soñara con superarse, ya que contaba con el apoyo de dos mujeres guerreras, su madre Elsa y su abuela Lila Manzano.
Con nostalgia, el ahora abogado y político de 38 años recordó cómo debía madrugar cada mañana para luego emprender largas caminatas hasta llegar a sus centro de estudio.
“Mi abuela se levantaba a las 4:00 de la mañana a prepararme el desayuno, porque tenía que caminar cinco kilómetros al desvío para viajar a Quimistán. A veces no tenía para el pasaje, pero siempre tuve claro el objetivo”, contó. “Hubo días que deseaba un fresco al ver a otros tomando, pero ahora eso ya no me preocupa porque puedo comprarlo, no soy millonario, pero hemos logrado superar ese estado de pobreza en la que vivíamos”, confió.
Su casa era de bajareque y lodo. Esas paredes y un techo improvisado los protegían a él y a sus cuatro hermanos, del frío y la lluvia.
Con mucho esfuerzo su madre pudo matricularlo en el Instituto Superación, donde solamente había ciclo común, pero para este hombre con espíritu de superación fue un gran paso en su camino hacia una vida de oportunidades. Aunque su familia siempre lo apoyó, las condiciones económicas le dificultaban avanzar, pero en su camino se cruzaron varios ángeles. Entre ellos destacó a Hamilton Bardales y Amadeo Pérez, quienes lo apoyaron a emigrar a San Pedro Sula.
A los 16 años llegó a la Capital Industrial, pues su meta ya estaba fijada, quería ser un profesional universitario. Aún no tenía claro cuál sería su profesión, pero sabía que tenía que trabajar duro para llegar hasta donde se propuso.
Su primer trabajo en San Pedro Sula fue en una estación gasolinera, donde inició ganando 600 lempiras. Los primeros meses se desempeñó como conserje y de ahí sacaba para pagar su colegiatura del Liceo Morazánico.
“En una ocasión, en el centro de la ciudad me encontré a unos amigos que andaban lustrando sus botas. Se miraban caras, me quedé pensando, pero todavía no podía darme esos lujos, yo andaba dinero y mi calzado estaba dañado, rajados por la parte de abajo, pero tuve que decidir entre las botas o pagar el colegio y seguí estudiando”, recordó.
Sus estudios universitarios los inició en la carrera de Periodismo, incursionó en el área deportiva junto a los reconocidos comunicadores Delio Boquín y Orlando Ponce Morazán.
Después de unos meses descubrió que el periodismo no le era muy rentable, por lo que decidió cambiarse a Derecho, de la cual egresó en el año 2014 y desde ese entonces la ejerce con buen suceso. A medida iba mejorando sus condiciones económicas, iba ayudando a su mamá y a sus hermanos. A estos los trajo a estudiar a San Pedro Sula y ahora todos tienen un buen trabajo.
Doña Elsa vive en el pueblo, en su casa propia y de material de concreto, gracias a Lisandro, a quien ella considera un orgullo. Cada vez que puede, regresa a su pueblo, donde las nuevas generaciones o quienes no lo conocieron en su infancia piensan que es un “millonario”.
“Cuando voy a San Francisco de los Valles piensan que tengo dinero, no es eso, solo que logramos superar las condiciones de pobreza en las que vivíamos, mi madre vive bien, yo he podido comprar mi casa”.
Debido a la popularidad que ha adquirido, en las elecciones pasadas participó como precandidato a alcalde del municipio de San Marcos. Está casado con Juventina Bardales, con quien procreó dos hijos, una niña de 15 años y un niño de ocho.
Redacción original: Diario El País HN
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